Si deshecha en menudos pedazos…

Si, si ya se que esto no es un refrán, es la estrofa de un poema parido por la pluma de un patriota cubano, Bonifacio Byrne, pero igual viene muy a propósito en la “nueva” situación planteada.

Debo aclarar que siempre consideré al Boni como un talento a la altura de Hollywood, si porque eso de “muertos levantando los brazos” se parece mas al guión de una película de terror, digno de Viernes 13 o El regreso de los muertos vivientes. Honestamente creo que a la familia Byrne la “industria” le debe millones en copyright.

Pero guiones de terror aparte, lo del picadillo de bandera cubana, y esto no es ningún plato tradicional de nuestra cocina, parece que esta a la orden del día. Que digo picadillo, resulta que a la bandera la quieren atomizar, desintegrar y de ñapa se quieren cargar al himno también.

No mas vibrar de orgullo patriótico al escuchar “al combate corred bayameses”, no mas rojo rubí, adiós a las cinco franjas y la otrora orgullosa estrella solitaria ha sido amenazada por un proceso de implosión camino a convertirse en un oscuro hueco negro. Con hondo dolor y pesar les debo decir a mis estimados hermanos en la desgracia que resulta que ahora el tronco e’ yuca que dizque es canciller, acaba de poner en subasta pública y con el comprador amarrado lo que queda de nuestra patria!

Y al oír tamaña salvajada no pude evitar que me vinieran a la memoria imágenes de mi infancia cargando nuestra bandera, bajándola del asta para doblarla con cuidado y depositarla a resguardo con infantil cariño ; recuerdo incluso como nos advertían de que la enseña patria no podía tener el menor roce con el suelo porque eso era una ofensa terrible. Los fiñes que en la escuela iniciábamos nuestro aprendizaje patriótico y nos encargábamos de la ceremonia, estábamos listos a lanzarnos de cabeza si algún descuidado soltaba la preciosa prenda y así evitar el sacrilegio.

Por eso se me revolvió la sangre cuando, el traidor y vende patria, sin ningún empacho declaró que “Cuba estaba lista para renegar de su bandera”, lista(¿) para vender lo último que nos queda! Y entonces fue que me acordé de los versos y pensé que quizás ya llegó la hora que los espectros de nuestros abuelos se levanten de sus tumbas a defender a nuestra patria porque hemos llegado a ese triste estado en que los vivos somos mas cadáveres que nuestros gloriosos antepasados.

Al volver de distante ribera,

con el alma enlutada, y sombría

afanoso busqué mi bandera

¡y otra he visto además de la mía!

¿Dónde está mi bandera cubana,

la bandera más bella que existe?

¡Desde el buque la vi esta mañana,

y no he visto una cosa más triste!...

Con la fe de las almas austeras

hoy sostengo con honda energía

que no deben flotar dos banderas

donde basta con una: ¡la mía!

En los campos que hoy son un osario

vio a los bravos batiéndose juntos,

y ella ha sido el honroso sudario

de los pobres guerreros difuntos.

Orgullosa lució en la pelea,

sin pueril y romántico alarde:

¡al cubano que en ella no crea

se le debe azotar por cobarde!

En el fondo de obscuras prisiones

no escuchó ni la queja más leve,

y sus huellas en otras regiones

son letreros de luz en la nieve...

¿No la veis? Mi bandera es aquélla

que no ha sido jamás mercenaria,

y en la cual resplandece una estrella

con más luz, cuanto más solitaria.

Del destierro en el alma la traje

entre tantos recuerdos dispersos y

he sabido rendirle homenaje

al hacerla flotar en mis versos.

Aunque lánguida, triste y tremola,

mi ambición es que el sol con su lumbre la ilumine

a ella sola - ¡a ella sola! - en el llano, en el mar y en la cumbre.

Si deshecha en menudos pedazos

llega a ser mi bandera algún día...

¡nuestros muertos alzando los brazos

la sabrán defender todavía...